L A I N O L V I D A B L E
CASI LISTOS
La noche de fin del año dejó caer una tormenta tropical –de pipa y guante– que limpió el asfalto llevándose el hule que ya estaba untado; era una variante que también iba a pesar, por el desgaste mayor de las gomas.
Anglo American hizo el cambio de última hora de motor para el piloto norteamericano Dan Gurney, un Climax, por otro.
Antes de los calentamientos oficiales salió a probar Jochen Rindt los ajustes recientes con un par de giros que no se cronometraron.
El WarmUp se adelantó media hora de lo programado.
En el coche de Honda se optó de último momento, por regresar a las gomas de GoodYear –más anchas– en vez de las FireStone con las que había practicado también; esto, por consejo de Surtees.
Los de BRM copiaron la solución de Lotus, dejando los mofles por fuera del carenado.
ARRANCAN
Eran las 3:10 PM con un calor de locos. Se planteaba ese negocio a 80 giros.
Y salen con una hambre de demente los dieciocho pilotos a devorar la trayectoria.
No pasaban ni ocho segundos cuando ya merodeaban la primera dificultad, se había levantado una nube de polvo dado el cemento que se desparramó sobre el asfalto, con el que se intentaba cubrir uno de los derrames de aceite previos.
Para ello, Hulme que estaba muy astuto en el instante de arrojo, tomó la delantera dejando detrás de sí a Jack Brabham.
Del mismo modo realizó muy buen despegue Surtees quien trepaba para ser el tercero –de momento– siendo que su cajón de largada fue el sexto.
Pedro Rodríguez con mucha solidez se sostiene en su cuarto lugar.
Otro corredor muy importante en la cuestión, era Jim Clark de Lotus, que en los primeros instantes fue quien inquietaba más en serio al par de Brabham, mas bajó de súbito el paso y cayó al quinto sitio; J. Love fue otro que no se pudo sostener, ya que había largado en 5º, y era ahora décimo por delante de: Rindt, Bob Anderson, Stewart y Dave Charlton.
El sudafricano Luki Botha fue el de un primer –aparente– desistimiento, debido a que su Brabham –de modelo más viejo– se le ahogó en el primer acelerón.
Como pudo lo arrancó y empezó quedando muy lejos, para ser el del farolillo rojo. Iba a jugar ahí solitario, hasta cerca de la cuarta parte de la carrera cuando alcanzaba, al menos, a su paisano Dave Charlton con un auto igual.
A falta de 20 Laps, Luki ya no apareció.
Estaban en la negociación de los primeros bucles y Jochen Rindt ya se había almorzado a Jim C., e iba a la caza de su colega, Pedro R.
El de los EUA, Dan Gurney a quien no tenían considerado ya les hurtaba tres posiciones. Y Denny H., abría más la zanja, retirándose de su patrón, Jack B; de tal modo, que el neozelandés se quedaba con el mejor tiempo de los giros, al inicio.
Le digo ahora que, el resto de conductores, lo mismo: iba en rezago.
Metiéndole enjundia por aquellos momentos tempranos de la prueba, Brabham se acercó a su pupilo y lo quiso adelantar pero cometió un exceso y su coche, dio un trompo.
Es cierto que no fue grave ya que no hubo consecuencias que lamentar; salvo que se le fueron por delante John Surtees de Honda y Jochen con su Cooper, que ya había vencido al mexicano.
La de malas para Jackie porque el motor de su BRM se destripó. Patitas para fuera y otra mancha más de aceite en la piel de la trayectoria (por cierto, el llamado “Escocés Volador” nació en 1939).
Y seguía el rejuego: Mike Spence y Graham Hill adelantaron a dos rivales.
En un rato, el de Lotus dio cuenta de, el del otro BRM.
Pero Mike no se rendía y durante varios giros intentó retomar su puesto. Buena reyerta entre dos británicos: era por hacerse del 12º lugar…
Graham era siete años mayor que Mike. A la sazón, en esa carrera: Spence apenas pasaba de los treinta años de edad.
Jochen Rindt se encontró con la desagradable herencia que dejó tirada Stewart y sufrió un fuerte derrapón: se rehizo pero a costa de pasar del tercer lugar al sexto, y volver a tener que remar fuerte de nuevo.
A quien no le duró mucho su presentación en Kyalami, en cambio, fue a Hill ya que mordió el polvo de manera muy parecida a la del austriaco: pero Graham sí deshizo la suspensión delantera del Lotus y luego, hasta causó más regadera de aceite que su auto iba destilando.
El inglés fue quien cayó redondito en las trampas nuevas que el circuito iba generando, al paso de la prueba. Graham Hill KO cuando estaban, tan sólo, cerca del diez por ciento de lo pactado.
PURA VIDA
Hulme quieto en la punta.
Fue algo que se pudo ver en dos terceras partes de la prueba. Con Jack y John S., que se alternaban en la persecución, pero sin atentar con peligro neto.
Hasta el 17º giro Pedro se mantuvo como el del cuarto lugar; zafando en los giros tres y cuatro, en los cuales tuvo por el frente a Jochen.
En el 18º: Rodríguez pudo adelantar a Brabham y se colocó como el tercero a la espalda de Surtees.
El de la tierra de los volcanes, ya palpó que traía una bestia sobre la cual podría aspirar a más y descerrajó en busca del Honda de John S., pero, por dios santísimo: antes del punto de referencia para frenar, vaciló una fracción del instante, y quedó en pura promesa su intento.
Don Pedro quiso ser el sublíder y en su ambición cayó hasta al quinto puesto; detrás de Rindt a quien ya había adelantado.
Bastaron tres vueltas más y P. R., volvió a sobrepasar a su colega; pero tan solo por un giro.
Entrando al primer cuarto del total del reto: calamidades para Jim Clark. Su Lotus se sobrecalienta.
Jim para en Boxes le quitan el morro –la nariz– a su carro y retorna. El calor fuera y los radiadores casi colapsados que obligan a su motor BRM H-16, a regresar a su taller y ya pasar a despedirse…
A la altura de la 23ª vuelta así era la procesión: Hulme. Brabham. Surtees. Rindt. Rodríguez. Love. Gurney. Bonnier. Spence. Tingle. Courage. Anderson. Siffert. Botha y Charlton.
Cuando se retomaba la marcha con más brío, Rodríguez después de su ataque fallido: se encontró con que la segunda no quería encajar en la caja de velocidades.
Brabham lo rebasó y de igual manera, lo hizo Jochen.
Al rato, se quedó sin la cuarta marcha, también.
Cambiaba de tercera a quinta y así estuvo corriendo. Ajustaba lo más que podía su conducción.
En el giro número 26 era el séptimo en el orden.
Parecía que los ritmos como que ya estaban más parejos. Empezaban los momentos de, mejor administrar lo que quedaba, para echar el resto cuando la oportunidad lo fuera a exigir.
Estaban por encima del 31º bucle y a Jo Bonnier se le desbarajustaban las válvulas con los resortes rotos del Cooper-Maserati que registró bajo su propio equipo (Joakim Bonnier Racing Team) al que también se le desencuadernó la caja de marchas.
Asimismo Mike Spence, colega de Jackie S., con otro de los BRM que perdió el aceite por una rotura del conducto: tuvo que retirarse.
Fue un lapso en el cual la lucha era a brazo partido entre John Love (Cooper-Climax) contra Dan Gurrney (Eagle-Climax) y la tribuna enloquecía.
En la vuelta 38, ya habían vencido los dos, a Surtees.
Ha sido en paralelo, cuando Rindt cede, porque su máquina italiana de Maserati, lo traiciona. La maravilla es que P. Rodríguez pasa a ser el del sexto lugar.
Brabham con su Brabham se estaciona de momento en Pits, con un fallo en el encendido y regresa pero ya con un paso intermitente.
SEGUNDA PARTE
Siffert se une a las deserciones en la Lap número 42, con otro de los Cooper privados, que fracasan.
Luego lo hace Gurney, por un brazo de la suspensión del Eagle, roto. Esto en la 45ª.
A esas, así es que van las posibilidades: HULME– LOVE– SURTEES– RODRÍGUEZ– COURAGE– ANDERSON– BRABHAM– TINGLE– BOTHA y, CHARLTON.
Quienes vienen detrás de Pedro Rodríguez ya no asustan, porque han sido “lapeados” más de un par de veces; algunos de ellos, hasta cuatro.
Dave Charlton estaba tirado en los talleres con el engalletamiento de los frenos de atrás, que no trabajaban bien. Quedó lejos a 16 vueltas. No clasificó.
Luki Botta sufrió dos PitStops hasta que le canjearon la batería; tampoco obtuvo la clasificación oficial.
Sam Tingle fue quien estuvo más contrariado con la fortuna, había perdido la rueda derecha por una mordida fuera del asfalto donde encontró con una piedra en su camino erróneo.
El piloto de México en estos gloriosos momentos: olió sangre, en tanto que el Honda de Surtees, ya no se le podía distanciar. Le fue restando segundos por vuelta y en la 54ª, lo despacha, sin el menor de los miramientos.
Poco después, ahora se lo ve más claro: las gomas que tan bien le funcionaron antes en el Honda, de John S., se han degradado más, que a los otros tres coches que van por encima.
El pedal de más a la izquierda, comienza a resentir la pesadez de los pisotones que le da el monarca inglés, que ya tiene ampollados los dedos, y se duele.
Es previsible que Pedro será dueño de ese tercer lugar hasta el final, si sostiene el paso.
Un podio es una linda promesa a la que solo puede superar, el hecho, si se consigue ir más arriba.
Señora mía.
Mi señor.
Si se puede llevar un volante a esas velocidades bárbaras y soñar: júrelo usted que este piloto con ojos de gato, fue un gigantesco soñador.
Por ahora, Hulme (Brabham) le saca casi un minuto y John Love (Cooper-Climax) poco más de 20 segundos.
VENÍA LO MEJOR
Denny el neozelandés comienza como a no querer creerlo: se ha bebido el líquido de frenos en el frenesí de su Brabham tan lleno de ansiedades. Va al Box le quitan la nariz. Le recargan ese fluido que tan sólo cuesta poco más de tres libras esterlinas, por entonces, pero lo cierto es, que esta carrera ya se le fue viva…
Sus mecánicos (y él, había sido uno muy brillante) le ponen alrededor de la bomba de gasolina un amasijo de hielo seco, pensando en posibles fallos de sus rivales; amarran de nuevo la punta de su carro y sale como chiflido.
Ya navega tan sólo cual el dueño del cuarto sitio, sobre la 61ª Lap. Love lo ha doblado un par de veces, como también lo han hecho Pedro Rodríguez y John Surtees.
A falta de menos de la cuarta parte del reto, está por ocurrir un milagro que hace más bien recordar a Joseph Conrad cuando daba cuenta de su ficción africana “Heart of Darkness”.
Se preparaba una matanza de varios émulos de Goliat a manos de un pequeño David.
Era tan sólo la cuarta vez que John Love participaba en una carrera de la F Uno (por cierto, siempre en África) y ya contando más de los 42 años –el segundo más veterano detrás de Tingle– pues, si se asegura que las tribunas se caían, azuzándolo… …era poquito.
El público deliraba.
Con un auto más propio para la Serie Tasman de Oceanía, Love estaba a escasos diez minutos de derrotar a siete pilotos que serían campeones mundiales: Brabham, Hill, Clark, Surtees, Hulme, Stewart y Rindt.
El motor Climax de su Cooper iba sufriendo ante la furia del calor reinante. Pero la ventaja que les llevaba a quienes sobrevivían, hacia inferir que regulando su paso, los tenía más que liquidados.
A Love, tan solo Rodríguez lo alcanzaba a ver, a mucha distancia, en los pocos planos que lo permitía el diseño de la pista. Esto, en la recta de la raya de meta, que empezaba pasando The Kink y terminaba sobre el doblez de Crowthorne.
Fue una carrera de apoteosis que dilató dos horas.
A John Love no le fallaron los frenos. No fue tan grave el deterioro de las gomas de FireStone. El encendido del auto, mal que bien, funcionaba. De hecho, no había cometido ningún error.
¡Caracoles! Era tal su acelere… …que consumió toda la gasolina que le cargaron.
El asombro del respetable, era infinito.
Se rumoreaba casi con alaridos, que ello estaba previsto.
Como esa planta de impulso desconfiaba del temperamento de Kyalami, Love, le instaló dos depósitos adicionales de gas. Mismos, de los cuales se evaporó –la ahora– más preciada sustancia y lo que restaba, se lo embuchó el vértigo.
El piloto rodhesiano no tuvo de otra que ir a su Pit. Le echaron dos galones extras de benzina lo más rápido que pudieron. Para reintegrarse.
Por delante iba el mexicano Pedro Rodríguez, a quien, cuando pasó frente a Boxes con un cartelón, uno de su equipo, le avisaba que iba el primero.
Nada más él, pudo saber de la turbación que lo invadió.
P. R. Corriendo en autos de resistencia ya había ganado en Quebec, en Daytona, en Reims (entre otras sedes de verdad peliagudas) y sabía a la perfección lo que se tiene que hacer en casos como éste.
Se preparó desde muy joven para tal momento estelar en su vida.
OBELISCO EN EL CONO DE UN VOLCÁN
Que a lo largo de la existencia de un ser humano como él: se tenía que erigir ahora mismo, y ya…
La ventaja de Pedro en esta lucha infernal, era de más de medio minuto.
Tomó la delantera en el giro número 74.
Poco iba a importar el esfuerzo que hicieran sus perseguidores.
Su eternidad la tenía en las manos, bien agarradas del volante y moviendo con toda la maestría del mundo, la palanca de cambios.
Apretó las mandíbulas y aceleró –categórico– como nunca antes, pero con toda la pulcritud cual el artesano más notable, que está por terminar la filigrana de una exquisitez jamás de los jamases siquiera pensada.
Ésta, ha sido la primera carrera del año.
La inaugural en Kyalami.
El inicio de una epopeya que cultivaba, de manera prístina, un corredor de México.
Y lo ha sido, con el fin de que quede inscrita para siempre en el libro de oro del deporte con un águila que devora a la serpiente.
Lo demás que se ha realizado en el automovilismo deportivo nacional, es tan sólo una consecuencia.
Pedro Rodríguez de la Vega mexicano excepcional, por siempre ¡Saraváh!
¡A Mil Por Hora!
© 2022. José Antonio Suárez Romero
o sucesores/ México