I
ENTRA EN MATERIA
Porque en efecto, ocurrió que además de gran parte de la humanidad que quería salir de su letargo luego de muchos meses extraordinarios y de los más enrarecidos debido a la pandemia de la Covid-19, los aficionados a la Fórmula 1 también fueron regalados con una agenda de 22 Grandes Premios completa, que poco antes, sonaba como un proyecto imposible.
Era algo bueno.
Era algo malo.
Era algo que a muchos les costó trabajo encajar.
La empresa norteamericana Liberty Media –que es la dueña de este deporte– se las averiguó para que así fuera.
Un ejecutivo de la firma de verdad muy aguzado que se llama Chase Carey, hizo cualquier tipo de acrobacia y como fuera, salvó la temporada previa. La referida al año de 2020. Consiguiendo fraguar un calendario con 17 justas; las que mal que bien, han sido un gran logro.
Por entonces, se había vuelto a proclamar monarca Lewis Hamilton corriendo para el equipo de Mercedes que seguía siendo una aplanadora.
La afición reconocía lo hábil de los impertérritos triunfadores, pero al mismo tiempo, estaba por ahí la comezón porque se anhelaba algo más.
Esto, no se sabría qué ni cómo iba a ser, puntualmente.
Si bien, la sospecha del cambio descansaba en el equipo Red Bull y su joven estrella Max Verstappen.
El piloto holandés subía como la espuma de la cerveza Heineken cuando se acaba de servir en el tarro.
De ser el 12º en el Standing en 2015 cuando debutó. Pasaba a ser el del quinto puesto y luego el del sexto lugar; enseguida, cuarto.
A poco, tercero dos veces (ya en los años 2019 y 2020) de suerte que, sobrepasar a Valtteri Bottas, el co-equipero de Hamilton, parecía un objetivo muy trabajoso.
Se necesitaba de algo más que un carro rápido…
Y llegaron los meses en que la “revolución naranja” cuajó.
IMPENSADO PERO MUY DESEADO
Esto ya es en las calendas del 2021: el torneo de la controversia que trajo como novedad a un nuevo rey del mundo.
De pasada, con un recambio de funcionarios en Liberty, ahora ya con: Stefano Domenicali al frente de la F1; él, antes fue director deportivo de Ferrari con la responsabilidad de los triunfos en las carreras, y enseguida presidente de la empresa automotriz dueña de Lamborghini: pues ahora llegó a reemplazar a Carey, quien fue ascendido a tener mayores responsabilidades en el corporativo de la televisión y las comunicaciones norteamericano.
Lo sucedido será mejor si se conversa como en un vuelo rasante para no aburrir.
El cuento ha sido que el equipo austriaco de RBR, desde los primeros compases hizo fantasear con las posibilidades de enfrentar y luego poder superar a los, dizque, invencibles de la cuadra alemana.
Era el mismo coche RB de la temporada anterior, con las debidas actualizaciones y las unidades de potencia japonesas de Honda ahora mucho más serias; sumadas a una alineación renovada, en la cual se incluyó al corredor mexicano Sergio Pérez: todo ello, prometía la posibilidad de que el milagro acaeciera.
Max comenzó ganando carreras como nunca antes: primero fue en Ímola; a poco, en Mónaco; engarzando sus triunfos tiempo después en Le Castellet, y dos más al hilo en el asfalto de Spielberg.
Vino entonces su accidente en SilverStone, con buena parte de culpa a cargo del feroz rival.
Era la primera señal de lo más rijoso que se iba muy pronto a desencadenar.
Los jefes de los primeros equipos comenzaron a reñir por encima de lo cuerdo. Y esto, era una amenaza flagrante para que fracasara la campaña de cualquiera de ellos.
Luego fue la cita en la carretera de Spa-Francorchamps, convertida en la carrera fantasmal, por culpa de una tormenta descontrolada.
En Monza sucedió otra colisión; ésta, atribuible a Verstappen, para agriar todavía más las posiciones de los pilotos y las agrupaciones de cada uno.
MV, volvía a ganar en Austin y en la Ciudad de México.
Entonces, cual era de esperarse: se soltó la resaca con Hamilton desatado: dispuesto a no ceder su corona ni su cetro.
El británico ganó tres GP consecutivos en las semanas que eran la clave. Para llegar a la cita final, empatados en puntos los dos contendientes.
En esa que era la justa del final, después de haber inaugurado la nueva trayectoria en Arabia Saudí, el número de victorias favorecía al corredor de Holanda: 9 a 8.
Sin embargo, la presión recaía y muy fuerte sobre el más joven de los dos titanes.
FINAL CARDIACO
La carrera abudaibita fue como un flan para Lewis Hamilton quien, aunque había salido desde el segundo cajete, se hizo con la punta de inmediato gracias a una largada magistral y luego se vio dominando la carrera a todo lo largo.
Cambiaron ruedas los tres que iban al frente y apenas pasaron unos giros, ya el inglés regresaba a ser líder de nueva cuenta, desde la 21ª Lap.
Parecía pan comido…
A la altura del giro # 36 se activa el coche de seguridad virtual, porque Antonio Giovinazzi de Alfa Romeo se había detenido cerca de la curva 9. Entonces le ponen nuevos cauchos “duros” a Max.
No obstante, cuando retoman el paso: Lewis sigue dominando con más de 17 segundos de colchón a su favor.
Pasó lo impensado después de la vuelta 50ª ya que Nicholas Latifi de Williams, choca su auto contra una de las vallas y obliga a que vuelva a aparecer el SafetyCar.
En este lapso el estratega de Max, lo hace salir a Boxes para cambiarle las gomas, por “blandas”, para que haga el último esfuerzo a toda velocidad.
Es esa movida tan ingenua ha sido la que resultó ser decisiva.
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Sucedió que el director de la carrera –Michael Masi– se toma una atribución legal, pero que no era tan necesaria y en vez de prolongar a paso lento lo que era el último giro pactado: manda a Max a que adelante a los autos que ya habían sido doblados (lapeados) y da la señal para que reinicien a todo trapo: de modo que, el holandés queda enseguida, muy cerquita de Hamilton.
En efecto: debido a que MV tiene las ruedas con las gomas mejores, unos hectómetros después del recomienzo, despacha al campeón –hasta estos momentos en funciones– que no puede hacer nada más para defender su liderato.
Max Verstappen sigue orondo en primer lugar hasta la meta, en una carrera que tenía perdida.
Y se consolida la justicia poética ya que el nuevo monarca hizo una temporada con todos los méritos para que un leve golpe de suerte le diera el último empujón que necesitaba y así, consagrarse.
NI ALEGAR ES BUENO
La polémica nunca tendrá fin. Hamilton y Mercedes han perdido la carrera.
El juez que ha consentido que se pudiera haber hecho podrá ser tachado de inepto o lo que se quiera agregar. El reglamento y el mismo deporte de la más alta velocidad, se pueden cuestionar hasta el infinito: pero la verdad sea dicha, la Fórmula 1 ha cobrado mayor espectacularidad.
Ha sido un golpe de marketing impensado pero extraordinario, porque nos aboca hacia una temporada que promete (y será) todavía más intensa e inmensa.
¿POR QUÉ?
Debido a que hay grandes cambios en los Fórmula 1 a partir de este nuevo año que empieza.
También porque los Estados Unidos de América se meten más duro en esta disciplina y, lo mismo, debido a que los equipos que dieron mucho en el pasado reciente: así que ahora están obligados a llevar las cosas más lejos, más alto y con más prisa…
2022 será un campeonato de postín.
¡A Mil Por Hora!
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