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COMO EL QUE NO HAY DOS
De Juan Manuel Fangio, Karl Kling, Alberto Ascari, Hans Klenk, Piero Taruffi, Hermann Lang, Felice Bonetto, Umberto Maglioli, Phil Hill y Luigi Chinetti.
Con la aparición de carros que no eran los tan comunes: Ford, Chevrolet, Packard, Pontiac o Cadillac.
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Porque se vio entonces venir a los: Ferrari, Jaguar, Lancia, Talbot, Alfa Romeo, Porsche, Mercedes Benz y Pegaso, entre otros.
Ya desde aquellos años gloriosos, se había comprado el interés por seguir las andanzas de tales pilotos, quienes, al llegar a Indianápolis –que por esos tiempos hacía parte de la F1– sabían muy bien de México y el país latinoamericano al sur de la frontera, los conocía a ellos, casi, a la perfección.
Estaba inoculado el virus de la velocidad suprema.
Cómo no rendir tributo a Eduardo Léon –hasta hoy– el organizador de esa formidable gesta nacional.
LAS ERAS
Es importante decir que se han vivido tres etapas de Grandes Premios en tierra azteca.
La primera que fue de 1963 a 1970. Una posterior, que empezó en 1986 y llegó hasta 1992. Y la actual, que dio inicio en el año 2015.
Cada una de estas épocas ha tenido que ver con la participación del gobierno federal, al que se han sumado algunos riesgos privados.
Sucedió cada vez que, cuando los políticos dijeron, no; los hombres que hacían empresa, callaron.
De entre las razones que se aducen, tienen que ver aquellas relativas a la derrama de dinero que conllevan esos tres días de la F1. De suerte que, se le ha visto siempre, como un elemento que ayuda a promocionar a la industria del turismo.
Así no se quiera reconocer que es una actividad en sí, que haga parte de nuestra agenda deportiva o de espectáculos, es innegable que ha entrado en la historia de las competiciones internacionales más distinguidas y que ha dado lugar al surgimiento de personajes que le resultan familiares.
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Uno de ellos fundamental, debe de ser José Abed.
Él, es un ingeniero poblano que llegó a ser hasta vicepresidente de la FIA.
Primero que nada, es muy aficionado a los autos deportivos desde los tiempos de su padre. También fue piloto de joven y al final, ha brillado como empresario.
Nació en 1916. Ha sido un hombre de negocios importante, con su grupo de construcción e inmobiliario, Aristos.
No se puede negar que ha estado siempre muy cerca del automovilismo deportivo y que éste, lleva adherida su impronta personal.
Fungió como cabeza de la organización de las carreras de 1986 a 1992.
Mucho de lo que ocurre hoy, en las pruebas profesionales de autos, se le debe a don Pepe (y desde luego, también a su familia).
Heredero de Abed, por ser tan aficionado e igual que el ingeniero –descendiente de libaneses– tiene que ser visto y reconocido en Carlos Slim Domit, el faro rector del tercer momento.
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Dicho así, porque la primera etapa descansó en el apoyo del presidente Adolfo López Mateos, la gente allegada a él; y la fauna que creció debido a la importancia de los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez; también de Moisés Solana.
No se debe de descartar que detrás de las cosas de las carreras internacionales, estuvo en los años sesenta, la sombra de Ernesto P. Uruchurtu, o de sus hombres de confianza: él, era el regente de La Capital (como si fuera un gobernador) y no se movía la hoja de un árbol, sin su visto bueno.
En el segundo racimo de carreras, se notaba ya la mano decidida de personajes con voluntad de empresarios, que tenían que ver con el negocio de las justas entre autos de la más sofisticada competición.
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Por cierto, eran los años de 1977 a 1981 que ha sido cuando corrió el mexicano Héctor Alonso Rebaque hasta en 41 Grandes Premios oficiales; coincidiendo con la época más dorada del respetable arquitecto Manuel Chacho Medina.
VUELTA AL PRESENTE
Bien, pero lo que se trata es de señalar que en la actualidad ha sido otro el tenor. Más cosmopolita.
El padre de Carlos Slim D., quien lleva el mismo nombre, se destaca, porque ha sido uno de los hombres más prósperos del mundo en el presente siglo.
Sus negocios más conocidos tienen que ver con la telefonía y como para tratar de publicitarlos, se han servido del deporte.
A nadie se le puede esconder que al hijo del señor Slim papá, le encantan las carreras.
De manera que, con el pretexto de medio andar en asuntos muy serios de la promoción, se la pasa feliz metido en todo lo que tenga que ver con los Grandes Premios.
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Siempre se ha rumoreado que Slim Domit estuvo detrás de todo lo que se hizo para que volvieran las carreras a México ¿hasta dónde? Nadie quiere decir la verdad.
La famosa mexicanidad –muy en serio– es inescrutable.
Ello, da origen a un tercer personaje, todavía más difícil de describir y de conocer bien: es Alejandro Soberón Kuri. Que tiene como condición también, que parte de su sangre, es libanesa.
Soberón es la persona que dirige el CIE, una gran empresa del entretenimiento. Se interesan en los conciertos, el teatro, el hipódromo, en el frontón y, gestionan el autódromo que es sede de las carreras.
Dígase que –a grandes rasgos– ellos son los responsables de los Grand Prix y de negociar con Liberty Media; así como de lidiar con el gobierno de La Ciudad de México.
No es tarea sencilla, pero lo han hecho muy bien en las recientes seis ediciones.
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¿QUIERE USTED MÁS?
Alrededor de los Grandes Premios y su negocio, es que han surgido otras personalidades como es el caso de los pilotos: Alfonso Celis, Esteban Gutiérrez y desde luego, Sergio Pérez.
Debe de decirse que andamos muy lejos de llegar, para estar presentes cuando un piloto autóctono, pueda alcanzar el noble título de campeón del mundo, hablando con seriedad del caso.
Para que pueda aspirarse a ello la receta es muy fácil: que haya muchas pistas de go-karts por todos lados y que esté viva y dinámica una organización capaz de gestionar torneos regionales así como nacionales, de manera que los chiquillos que sean veloces, asciendan a las categorías más robustas.
Que el talento nazca y se detecte. No que lo andemos inventando.
En este deporte se demanda mucha inversión y los patrocinadores sólo serán sensibles para reaccionar, cuando la formalidad impere, como pasa en Europa y también en el Brasil a veces.
Hay marcas que tienen un campo muy rico para actuar y es preciso que miren hacia donde está la realidad que vendrá en el futuro.
Sería formidable que quienes se interesan –de verdad– en los negocios tan ricos que se dan en el seno de las carreras de autos, dejaran un poco detrás a los amiguetes de siempre y vieran el porvenir con mayor celo profesional.
Los ejemplos pueden ser Heineken o Fox Sports, y a ellos es que se apela para encarar un futuro más generoso para todos.
¡A Mil Por Hora!
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