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FÓRMULA 1
GP DE AUSTRIA 2022
P R E L U D I O
CON DOS FIGURAS DE
S I E M P R E
Rindt y Lauda
Mejores representantes de Austria es imposible encontrar, ante la undécima carrera de la temporada. Clave en la historia y en el porvenir, que siguen boyantes
renco press. Graz. 7 de julio de 2022. Ángelo della Corsa La atraviesa un caudal que se llama Danubio y le da gran razón a su encanto. Sus cantos, lo mismo, son bastante peculiares: «ay lerí, ay leró»…
Austria también es un nombre propio con el cual se puede llamar a una mujer, aunque su pseudónimo haya sido Cornelia o Romy. Y hasta puede hacer pensar en Sigmund Freud con sus afanados viajes por dentro de los sueños de los mortales.
Hay para quienes es la evocación del año 1900, cuando su capital, Viena, era lo más parecido al ombligo del mundo.
Fue gracias a seres extraordinarios (uno por uno en su campo) desde entonces y quizás algo más tarde, que marcaron muy recio al porvenir: Gustav Klimt, Egon Schiele u Oskar Kokoschka con sus pinceles; Stefan Zweig, Robert Musil, Hermann Broch y Karl Kraus en las bellas letras; Schrodinger inventando ecuaciones; Alma y Gustav Mahler, así como Arnold Schonberg con la música; Wittgenstein y sus ideas o, el arquitecto Adolf Loos echando rayas sobre el papel en blanco.
Una pléyade de almas sensibles que venían de un imperio europeo que ayudó a que naciera «El modernismo» y, asimismo, cómo olvidarlo: La Primera Gran Guerra.
Sí. Aunque ahora sea un país con perfil algo más sosegado, Austria, ha sido grande y grandiosa.
Lo que viene muy bien al caso para entrar en materia, porque acá de lo que se trata, es de las carreras de la Fórmula 1.
YA LO SABE
Así que vaya otra vez la burra al trigo para decirlo: «Todo, tiene que ver con todo».
Sin cultura y sin riqueza no habría automovilismo y menos todavía, Grandes Premios.
Lo que sirve para recordar a dos pilotos geniales. Cada uno a su manera y a cuál más de espléndidos, en su tiempo.
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El primero es Jochen Rindt quien nació en Maguncia, Alemania, el 18 de abril de 1942; pero desde que tenía un año fue a vivir con sus abuelos a Graz (Austria) porque sus padres murieron en un bombardeo sobre Hamburgo. Su madre, era austriaca. Y él, siempre corrió como piloto austriaco.
Jochen se inició en el automovilismo entre muchachos también del país materno que se fascinaban con la velocidad tuvieran o no el permiso de sus mayores. Fueron los días de gran amistad y más complicidad con Helmut Marko, el mandamás de hoy –en última instancia– de Red Bull.
Pasó por toda vicisitud como era la cosa por aquellos años sesenta. En 1965 ganó en Le Mans con un Ferrari 250-LM.
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PERFIL PROFESIONAL
Trabajó primero en Cooper y después para Jack Brabham. Pero acabó al servicio de Colin Chapman en Lotus. Su representante era un inglés chaparrito muy hábil, llamado Bernard Ecclestone y apodado Bernie.
Rindt fue un dandi y a la vez gracioso irreverente hasta en su forma de vestir un tanto excéntrica mas, elegante. Su mujer era muy bella, la modelo Nina Lincoln hija del corredor –ya retirado– y tenista Curt Lincoln.
Ella, se convirtió en la musa más célebre de los Paddocks en los años románticos.
BARBARIDADES
Su última época como racer se complica mucho por lo ideático de Chapman, quien diseñaba cada vez coches más rápidos, pero igual, o hasta más frágiles.
El Lotus 72 era una nave muy avanzada porque tenía lo más vivo de la tecnología aerodinámica que empezaba a hacerse de mucha importancia. Desde 1970 ya les montaban grandes alerones a los carros, que se podían mover, para buscar tal o cual efecto.
En abril de 1968 se había matado Jim Clark en un Lotus; Jo Schlesser, en julio. Gerhard Mitter en agosto de 1969. El dos de junio de 1970, Bruce McLaren; luego, el buen amigo de Rindt, el piloto inglés Piers Courage que lo hacía también, pero el 21 junio.
Jochen Rindt dejaba este mundo el sábado 5 de septiembre de ese mismo año, a sabiendas de que su Lotus era un catafalco más que un auto de carreras. Fue en Monza, en la práctica libre mañanera, que tanto detestaba.
Lo que ocurrió después pareció un embrujo y eso mismo ha sido lo que lo inmortalizó, de manera bastante peculiar, por cierto. Única.
Con lo hasta aquí contado quiere decir que, por entonces, se mataba un corredor detrás del otro; a Pedro Rodríguez le tocó el 11 de julio, en el año posterior.
Pues como una cruel paradoja, ese martirologio le dio su halo de bienaventuranza a la Fórmula 1 para siempre.
LOS ENOJOS
La pugna del austriaco contra el patrón de Lotus tuvo enfrentamientos muy variados. Jochen hacía unos corajes de antología. Varias veces se lastimó por culpa de los excesos en el riesgo.
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Ecclestone reclamaba de todas las maneras a Chapman y éste, lo tiraba a loco. Nina llegó a maldecirlo y también la mandaba por un tubo para que se fuera al diablo.
Él, quería más triunfos, más fama y más dinero. Sus planes no tenían fin: el avión; hacer una constructora de autos para la calle; conquistar los Estados Unidos. Ser el rey del mundo.
Hay una carta* en la cual, desde el hospital después del GP de España de 1969 con la nariz rota, el paladar partido y una conmoción cerebral, convaleciendo, Jochen: le dice al patrón que sus Lotus eran un gran peligro. Que él, como conductor, no podía confiar en ellos…
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También Graham Hill –su compañero de Pit– se había retirado por la misma causa, en el parque de Montjuic, en ese Gran Premio. Los alerones se despegaban y salían volando: así, el coche se volvía loco.
ES 1970
Llegó el año para intentar ser el mejor y lo consiguió. Una temporada gloriosa en cuanto a los triunfos, pero maldita, por las consecuencias.
J. Rindt contaba los 28 años y es de suponer que sabía lo que andaba buscando. Le prometió a su mujer que se retiraría al acabar este curso, en el cual ganó en: Mónaco, Holanda, Francia, Inglaterra y Alemania, manejando el Lotus 72-C.
En Italia cerró su epopeya. Hecho pedazos dentro de su detestable Lotus # 22; con Emerson Fittipaldi como compañero.
Era Monza, pues. Daban vueltas ensayando, pero corriendo a toda velocidad. Jochen se dirigía por la recta, antes de «La Parabólica» cuando de pronto el Lotus comenzó a hacer zigzag a más de 200 Kph.
Fue inviable controlarlo. Largó hasta la valla, pegó de frente, tocó el guarda riel, dando varias vueltas sobre sí mismo antes de regresar inerme.
Cuando llegaron los auxiliares, el piloto ya estaba en el nirvana de los héroes. El arnés lo había degollado. Jackie Stewart y otros pilotos lo vieron marchar cubierto por una sábana blanca.
Su Mánager regresó al Box luego de acercarse al desastre. Mudo, con la cara desencajada y el casco del piloto todo raspado, en las manos.
Stewart fue quien habló con Nina que sostenía el cronómetro, de siempre, pero con la mirada ahora perdida.
Para evitar la cancelación de la carrera, no se lo declaró muerto. Lo hicieron más tarde en un hospital de Milán. Colin Chapman salió volando de Italia, porque sabía que lo acusarían de homicidio. La conclusión legal fue vaga y pronto se cerró el caso policial. Ya estaba hecho, lo que se pudo haber evitado.
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CAMPEÓN PARA SIEMPRE
Lotus no corrió en la siguiente fecha, en Canadá, como una muestra muy triste del luto.
El belga Jacky Ickx, de Ferrari, no consiguió suficientes puntos en lo que le faltaba a esa temporada, en la medida de que, le ganó el juego: la fantasía que creó Jochen Rindt al perder la vida.
Los números fríos y las reglas deportivas le dieron la razón a un hombre distinguido de la más alta velocidad, beatificado en su bravura.
Karl Jochen Rindt fue coronado campeón PostMórtem en 1970.
El único –con tan honorable título– en la historia del automovilismo deportivo de mayor requinte.
CORRIENTE ALTERNA
Dado que toca hablar de la segunda gran figura del automovilismo en Austria: Niki Lauda, nacido el 22 de febrero de 1949 en Viena y muerto en Suiza a los 70 años de edad, con los pulmones inservibles.
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No era de manera gratuita que sufría con una respiración precaria. En el GP de Alemania de 1976 –en el NorburgRing– se accidentó cuando despuntaba fácil, en lo que parecía un campeonato a su alcance. El Ferrari que manejaba se le fue de las manos.
Iba saliendo de un doblez a la derecha y a unos metros, pegó en las vallas de protección del lado izquierdo para que el auto se volviera una bola de fuego. Él, quedó a merced del incendio y salió cuando pudo, quemado de toda gravedad.
Casi falleciendo lo llevaron a un hospital y porque de verdad no le tocaba despedirse, siguió con vida; aunque con la cara desfigurada. En esas condiciones, bebió benzina y fuego, como para quedar envenenado.
Las consecuencias fueron indelebles, sobre todo en su carácter.
SÚPER HOMBRE
Aquí viene a cuento su pasión sobrehumana: los médicos le mandaron reposo absoluto ya que las heridas en la cara estaban muy lejos de cicatrizar. Un mes más tarde era el GP de Italia y Niki, pilotaba para Ferrari.
¿Cómo iba a ausentarse? Sobre todo, porque estaba el riesgo de perder su liderato en la tabla de posiciones.
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Hizo caso omiso y se presentó a correr. Ponerse la balaclava y el casco, era un suplicio, que se multiplicaba de locura al tenerlos que retirar después del uso. No le importó…
En esa temporada logró ser subcampeón.
Lo derrotó, por un punto, su irritante rival James Hunt, de McLaren.
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En el Gran Premio de Japón se dilucidó el desenlace que lo convirtió, en una de las carreras, de las inolvidables, bajo la lluvia.
Hay una película que da cuenta al detalle de todo eso: «Rush».
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Lauda fue un personaje bien distinto, pero no por ello menos valioso. Era de modo igual, dueño de esa aura que nada más les pertenece a los santos y a los poetas.
Sí. A veces, también a los héroes.
Rico y con una familia estable desde siempre, apuntaba a ser –más bien– un acaudalado hombre de negocios; pero le picó el virus del vértigo y optó por las carreras de autos, hasta llegar a la F1.
Corrió en la categoría desde el año de 1971 hasta 1985. Con sus estadios de retiro y de retorno. Tres veces monarca mundial, reunió 171 largadas y 25 victorias al servicio de: McLaren, Ferrari, Brabham, BRM y March.
En uno de los lapsos de alejamiento fundó la compañía aérea Lauda AirLines que innovó haciendo viajes a lejano oriente con los precios más baratos.
No fue fácil cuajar del todo en ese mundo en el cual las grandes empresas ya establecidas, son dueñas.
Aunque volvió a insistir, más tarde, cuando se inventó otra línea de aviación: FlyNiki. Y después, LaudaMotion. Hasta que captó que no era lo que le hacía feliz y más bien, lo empobrecía.
Entonces, regresaba al automovilismo que era el mundo donde hizo mucho dinero. Se sabe de los 200 millones de dólares que logró reunir de ese entorno tan sofisticado.
LA SABIDURÍA
Cuando ya no tenía la edad para correr, se convirtió en asesor de los grandes equipos. Por eso estuvo con Ferrari desde 1993; fue él quien les dijo que, si querían volver a los triunfos, había que llevar a Michael Schumacher a Maranello.
Al final de sus años, fue el gran cerebro de Mercedes –desde 2012– y también socio del equipo. Directamente encargado de hacer encajar en los planes a Lewis Hamilton.
Con esta misión clave se despidió de la vida en un hospital suizo donde intentaban reemplazarle los pulmones.
Tuvo primero tres hijos. Dos de ellos –Luca y Mathias– con Marlene Knaus y otro más, fuera de sus matrimonios, Christian.
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En 2005 casó con Birgitt Wetzinger y vivieron en Ibiza; así, también fue padre de los mellizos Mia y Max.
Con su cachucha roja, que no se quitaba ni vistiendo smoking, Andreas-Nikolaus Lauda era un personaje querido por todos y de lo más buscado en los meandros de cada Gran Premio.
Porque aparte de hombre, era una estrella muy brillante…
Todo lo que da, para ensalzar a la Austria de siempre:
¡A Mil Por Hora!
* La carta de Rindt en español:
Querido Colin,
Acabo de regresar a Ginebra y voy a tener una segunda opinión sobre el estado de mi cabeza mañana. Personalmente me siento muy débil y enfermo, todavía tengo que acostarme durante la mayor parte del día. Después de ver al nuevo doctor y escuchar su opinión podemos tomar una decisión final sobre Mónaco e Indy.
Me hice con esta increíble imagen que explica casi el accidente, no sabía que había volado tan alto. Robin Herd aparentemente vio el ala irse, pero no pudo ver el accidente, pues ocurrió alrededor de la curva.
Ahora vayamos a la cuestión, Colin. He estado corriendo F1 durante 5 años y he cometido un error (he embestido a Chris Amon en Clermont Ferrand) y tuve un accidente en Zandvoort debido a un fallo en la selección de una marcha; por lo demás, me las arreglé para no meterme en problemas. Esta situación cambió rápidamente desde que me uní a tu equipo, Levin, Eifelrace F-2 con los brazos oscilantes, y ahora Barcelona.
Honestamente, tus coches son tan rápidos que todavía seríamos competitivos con unas libras de más que se utilizasen para hacer la parte más débil más fuerte; por encima de eso yo creo que deberías pasar algún tiempo revisando lo que tus diferentes empleados están haciendo, pues estoy seguro que los brazos oscilantes en el coche de F2 hubieran sido diferentes. Por favor, da a mis sugerencias algún pensamiento, pues sólo puedo conducir un coche en el que tenga un poco de confianza, y siento que el punto de no confiar está muy cerca.
Un cordial saludo.
¡A Mil Por Hora!