PARADOJAS APARTE
Si las cosas sucedieran y uno lo supiera de antemano.
Por ello es tan valioso, sobre todo pensando en los nuevos aficionados, haber rehecho esta carrera tan afortunada que metió a México en el planeta de la Fórmula Uno de entonces y para el porvenir…
PASA LO QUE CONVIENE
No era una cosa dada por hecho que se triunfaría en Kyalami, ya que iguales a ese famoso Cooper, también manejó otro en La Magdalena Mixhuca Moisés Solana que abandonó con apenas ocho giros (el domingo 23 de octubre pasado) y Rindt, lo mismo que Jo Siffert quienes no pasaban de las 32 y 33 Laps entonces, allá, en tierra azteca.
Además, las altitudes sobre el nivel del mar de la prueba mexicana (a 2,240 m) comparada con la sudafricana (a 1,512 m) y el factor climatológico que se sumaba, hacían que fueran negocios bien diversos uno del otro.
Cooper como equipo ya había dejado detrás los años en que sus fundadores fueron la guía, Charles Cooper había muerto en 1964 y John, su hijo, vendió a Chipstead Motors la organización que en las temporadas de 1966 y 1967 bien respaldada por la subsidiaria inglesa British Maserati Importer, accedía con seguridad a las plantas de impulso italianas.
El jefe en Chipstead era Jonathan Sieff y del diseño de los autos estaba encargado Derrick White, en tanto que Roy Salvadori era director en el equipo de carreras; con las cosas que marchaban de modo bien complaciente: eran los de los terceros lugares en esos torneos de constructores –de aquel par de años– algo que daba para sentir todo orgullo, ya que venían de ocupar el quinto puesto en las temporadas previas.
1967 se lanzó con una alineación formada por Jochen Rindt y el corredor mexicano.
Rindt era de un pueblo alemán que por entonces pertenecía a Austria. Nació en 1942 y se mató en Monza para ser coronado como el único monarca PostMórtem de la historia, en 1970, contando apenas los 28 años de edad.
Mientras que el sueco Jo Bonnier y el suizo Jo Siffert, corrían con equipos privados, aunque también contando con autos Cooper-Maserati.
En cambio, el piloto del continente anfitrión John Love, manejaría un Cooper, pero con motorización de Climax.
Lo cinco autos calzaban gomas FireStone; contra seis rivales montados en GoodYear y uno más, en las Dunlop.
MÁS HITOS EN LA HISTORIA
El equipo Brabham seguía como sin querer brillar de manera extraordinaria, con los viejos motores de Repco y unos bastidores de Fórmula 2. Mas, al final del año dieron la sorpresa, pero ha sido todavía mayor, porque Denny Hulme se coronó como el monarca, por encima de su patrón Jack Brabham.
El australiano ya era un hombre respetable de 41 años cumplidos y el primer, así como único corredor, que con un auto de su propiedad y bajo su nombre ganó hasta siete GP. Era un poderoso tricampeón en la F1 con títulos logrados en: 1959, 1960 y 1966: sir Jack Brabham.
Para acotar que, en la temporada de 1967 se ausentaba el equipo Ferrari en la primera justa y que por fin, se presentó hasta llegar La Carpa, a Mónaco y así cumplir con la segunda fecha del campeonato.
Eso, hacía que estuvieran en el Grid apenas cinco autos con motores de 12 cilindros (los que se impulsaban con maquinaria italiana de Maserati y la japonesa del Honda).
Por su lado, la euforia en la carrera la propiciaba Love quien después de que Denny H., estuviera en punta: el africano lideraba desde la vuelta 61ª, hasta el 73º giro –de los 80 comprometidos– pero luego perdió un tiempo de oro: debido a que tuvo que repostar gasolina.
Ello, permitió que Pedro tomara la punta en las siete Laps decisivas, dejando detrás de sí a Love con poquito más de 26 segundos de demora, como el del segundo lugar.
J. Surtees, era tercero, pero con un giro menos.
Así fue como Pedro Rodríguez colaboró con la victoria postrera de Cooper e igual, para la Maserati motorista.
LAS COSAS SEGUÍAN
Mas ennegrecidas cuatro meses después en las calles de Montecarlo por el accidente fatal de Lorenzo Bandini en su Ferrari del cual perdió el control en La Chicana, para terminar en el hospital del principado y fallecer a los tres días debido a los daños sufridos en el GP de Mónaco de 1967.
Hacia el final de aquel curso, ya se pudo calibrar la importancia de las máquinas de Ford-Cosworth y de Lotus, que las descubrió para el mundo.
DOMINIO DE UNA DÉCADA
Enseguida de los títulos que C. Chapman se llevó al ganar las coronas de Jim Clark con motores de Climax; fue que siguió el tiempo asociado a la Ford-Cosworth para escriturar su gran epopeya.
En 1968 fueron campeones con Graham; después con el cetro póstumo de Rindt de 1970; luego el campeonato de 1972, con Emerson Fittipaldi; también en plan grande en 1973, por el sub-campeonato de Fittipaldi y el tercer puesto de Ronnie Peterson, que los posibilitó nada más a quedar monarcas como equipo y, por fin en 1978: gracias a otro campeón mundial, la enorme figura de Norteamérica Mario Andretti.
Como se puede ver, esta categoría de competiciones fue bien nacida, pero tuvo en cada ciclo, diferente esplendor.
De ahí, que vale mucho la pena rescatar lo hecho por el formidable piloto de México en aquel año venturoso de 1967:
¡A Mil Por Hora!
© 2022. José Antonio Suárez Romero
o sucesores/ México