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Fórmula 1
NOTAS ESPECIALES
En «el parón» veraniego
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LA SANGRE LLAMA
Serie pequeña
Con ficciones que tocan nuestra afición a las carreras, tratando de señalar cómo es que se van heredando ciertas canonjías
renco press. Panamá. 12 de agosto de 2022. Ángelo della Corsa. Ni todo en la vida será como nos los platicaban en la más tierna juventud los sacristanes que se hacían pasar por amiguetes cuando nos tocó ser monaguillos. Ni tampoco, como lo escuchamos decir en los primeros vuelos nocturnos por una casa NonSancta, de las que antes se usaron como escuelas para la más refinada educación sentimental.
Matar al padre y después empezar la carrera del verdadero yo no es tan indispensable, aunque a veces sí sea muy recomendable.
DICE EN LOS LIBROS
Que los papás al inicio de los tiempos eran la cabeza de la tribu. Todos éramos sus descendientes por igual.
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Basta con acordarse de que en Grecia o en Roma, no era suficiente con tener un hijo; había que reconocerlo como tal, aunque su genitor –en realidad– hubiera sido un compadre.
Son famosos gracias a algunas de las novelas, los nepotes de los papas y de los obispos.
Ha sido a la cristiandad a quien le debemos el nacimiento del padre como la punta interminable de una madeja.
Y por fin a las monarquías: la enfermiza necedad de descansar en el primogénito fama y fortuna del ascendiente, cuando él moría.
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Tal tendencia hizo escuela en el arte, en la profesionalidad o hasta en el deporte; eso, de descansar en el sucesor las posibles habilidades de quien había estado detrás.
A TODA MECHA
Y como en mil otras cosas, la Fórmula 1 no se sustrajo a imitar al mito y, empezó a darle con el run-rún de los herederos.
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El bicampeón italiano de los años 1952 y 1953 Alberto Ascari, fue hijo de don Antonio del mismo apellido, quien murió dentro de su coche de carreras en un circuito francés en el año de 1926; era pariente distante de Tazio Nuvolari: ahí, estaba inscrita y bien plasmada la consanguinidad.
Toca compartir sagas como la de Graham Hill (monarca en 1962 y 1968) y su hijo Damon (de 1996) también, la del fantástico Racer canadiense que fue Gilles Villeneuve (1950-1982) y su vástago Jacques (campeón en 1997) o, la del rey finés de 1982 Keke Rosberg así como su heredero alemán Nico, que lo logró en el año de 2016, bajo las meras narices de Lewis Hamilton.
Lo mismo, de pilotos que hoy están en activo cual es el caso de Kevin Magnussen cuyo papá, Jan, corrió de 1995 a 1998. O de Max Verstappen y su padre Jos, quien anduvo en la Fórmula desde 1994 hasta 2003.
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Por fin, de uno que puede ser el más emblemático: Mick Schumacher, cuyo progenitor ha sido Michael, siete veces coronado como el número uno mundial.
Lo que seguirá, va a ser la continuación de esta mini-serie con otros dos cuentos que van a dar cuenta de diversos personajes que caen en esta alcurnia de fidalgos (hijos de algo –en la lengua portuguesa–) empezando por el tricampeón brasileiro Nelson Piquet y su sorprendente así como turbador linaje.
Una verdadera llama en la sangre:
¡A Mil Por Hora!